Usando el diseño como conductor de la innovación

Alejandro  Rodríguez

Alejandro Rodríguez

CEO en Cdesign

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No hace mucho, en el mundo de los negocios globales, sólo se hablaba estrategia, estrategia, estrategia.

Los últimos cinco años han estado impregnados de innovación, innovación, innovación. En una tendencia del primer mundo, donde el “Design Thinking” parece posicionado como uno de los procesos más exitosos para innovar, nos preguntamos en qué momento nuestro sector empresarial y gubernamental se hará eco de lo que está ocurriendo en los países desarrollados.

Para aquellos de nosotros ubicados en el mundo de la consultoría en diseño para los negocios, no ha sido fácil últimamente. Pero claro, no creo que haya habido tiempos de abundancia tampoco.

Durante los últimos diez años hemos sido testigos de cómo el diseño ha pasado a ser, a lo menos en el primer mundo, un movimiento que se posiciona cada vez más como una competencia o factor fundamental en la competitividad de los negocios. Incluso a nivel educacional, el surgimiento en los últimos cuatro años de programas integrados de Master en Diseño y Master en Administración de Negocios (MD+MBA) en países como Estados Unidos, Inglaterra, Noruega y Finlandia, marca una tendencia, un momento y una oportunidad para el mundo del diseño como nunca en sus cortos 80 años como disciplina.

Hoy en día, existen dos estrategias posibles para competir en los mercados. O se tiene éxito como productor con los mejores y más eficientes costos, o se es exitoso con una oferta que se diferencia por diseño y que posee características relevantes, significativas y memorables que son valoradas por los compradores, consumidores y vendedores.

Diseño en los Negocios

Las complicaciones aparecen con estas dos preguntas: ¿De dónde proviene la idea básica de esa oferta de valor que es diferenciada y relevante? y ¿Cuál es su relación con esto que llamamos diseño?

En nuestro ámbito, respondemos a la primera con una “Estrategia de Design Thinking” (Pensamiento en diseño), y a la segunda con el “Sistema-Producto”. En el proceso entre estas dos, surge el modelo de negocios que involucra aquel valor (la oferta) con los clientes, los canales de comunicación y distribución, la relación que se construye con los clientes, los flujos de ingreso, las actividades y recursos disponibles, los partners y los costos involucrados.

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Fuente: Diego Rodríguez y Eduardo Albornoz (Tesis: Magister Diseño Estratégico 2009)

Al conectar estos tres procesos es posible validar al diseño como uno de los generadores primarios para la creación de plataformas de negocios viables. Es un trabajo de equipo, creativo, de observación y construcción colectiva.

Es un proceso probado y validado por empresas globales tan celebres como Procter&Gamble y SAP, por lo tanto podríamos esperar que eventualmente las empresas chilenas incorporen o deseen incorporar similares procesos y metodologías al momento de desear innovar.

¿Cómo se innova?

La verdadera innovación requiere de la adopción de un “sistema de creencias” que muchas veces debe prevalecer por sobre otros sistemas más bien basados en el análisis de datos. Si revisamos las grandes invenciones y negocios exitosos de nuestra historia nos daremos cuenta que en su génesis, la mayoría de ellos se han basado en la dedicación y pasión por emprender. Pero hoy en día muchos ejecutivos y empresarios enfrentan la innovación desde el prisma de las certezas que los estudios o análisis históricos puedan entregarles. El problema es que el próximo Ipod o Starbucks no surgirá del análisis de los modelos de negocio exitosos en el pasado, sino de lo que “podría ser”, de las posibilidades, de las tendencias, de las necesidades insatisfechas, de aquello que los usuarios no nos dirán en una encuesta.

Por lo anterior, para innovar se hace necesario implementar metodologías que sean capaces de articular y desarrollar ideas de negocio que emocionen a los usuarios, que creen experiencias memorables y que hagan de esos productos objetos de deseo. Todas estas características no surgen del análisis de los datos, de los CRM (Customer Relationship Management) o del VAN y TIR de los flujos de caja.

Para innovar se requiere de un proceso metodológico de trabajo en equipo, con herramientas que faciliten la creatividad, y un ambiente organizacional proclive a aumentar su umbral de riesgo y fracaso basado en el “ensayo-error”, de forma tal de tener éxito más temprano que tarde.

Las preguntas clave para nosotros son: ¿Están nuestros diseñadores preparados para este desafío? y ¿Verán en algún momento, nuestros empresarios, la necesidad de incorporar las metodologías antes señaladas?

En Consulting Design, creemos que el desafío es titánico, pero no por eso imposible y que debemos perseverar en mostrar las bondades y resultados exitosos que pueden ser obtenidos a través de proceso de innovación conducidos por el diseño.

Alejandro Rodríguez Musso es CEO de Cdesign, Director de Relaciones Institucionales y académico de la Universidad de Valparaíso.E